domingo, 25 de octubre de 2009




VIENTO Y FUEGO


Dos puertas cerradas,
el sigilo de los pasos dobles al cruzarlas,
la oscuridad la mejor coartada
una melodía que se repetía
fueron cómplices de un sueño
que se esforzaba en convertirse en realidad.
Fue el sentirte cubriéndome,
ver tu rostro a media luz sin la necesidad de completar
razones para no olvidar.
Hasta mi presente
no llega la idea de una despedida,
mientras en mi mente
persista tu voz interrogante
y tu mirar.

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